Escrito desde Ramallah, el 28 de julio.
Ayer (27 de julio de 2018), además de visitar la comunidad beduina de Khan Al Ahmar, estuvimos en El Valle del Jordán. La zona -fronteriza con Jordania-, es una zona casi desértica y muy vulnerable por la precariedad que ocasiona la ocupación. Toda la frontera con Jordania está controlada militarmente por Israel y se suceden los asentamientos ilegales de colonos. Las pequeñas poblaciones palestinas sobreviven con severas restricciones de agua haciendo la vida y el cultivo (es una zona fértil a condición del acceso al agua) muy complicada. Ayer por ejemplo alcanzamos los 45 grados. La zona pese a su aridez tiene grandes acuíferos, pero todos los pozos palestinos han sido destruidos y sustituidos por estaciones de bombeo israelíes (obligando a los palestinos a comprar su propia agua a un alto precio, además de las restricciones). Sin embargo las plantaciones israelíes disfrutan de un régimen distinto y todo tipo de facilidades. Además el bloqueo de la frontera con Jordania impide la exportación de los productos agrícolas generados por los palestinos. Por otro lado gran parte del territorio ha sido declarado zona reservada para ejercicios militares. No es de extrañar que las comunidades del Jordán hagan del “existir, es resistir” su consigna de lucha frente a la ocupación sionista.