El discurso de investidura de Pedro Santisteve ha sido impecable. Sólo queda esperar a que los defensores de la estabilidad (pervertida y usada como arma blanca), lo sean también ahora para comprometerse con el programa de emergencia social y con una ciudad en manos de sus vecinas y vecinos. Un compromiso con un nuevo modelo de ciudad que ponga en el centro los derechos de las personas que la habitan. Esa es la estabilidad que necesitamos y la que describía el discurso del nuevo Alcalde de Zaragoza. Y lo ha dicho sin sectarismos y con voluntad de sumar.
La que ya conocemos y nos ha traído la mayor emergencia social de la democracia ha sido precisamente otro tipo de estabilidad. Esa estabilidad que siempre beneficia a los mismos, esa que ha dejado más de 500 desahucios en Aragón (la inmensa mayoría en Zaragoza) en los primeros tres meses de este año; la misma que deja a miles de familias con ingresos de misera -o incluso en ausencia de ellos- hasta que la pobreza alcanza ya a un tercio de la población de nuestros barrios; la misma que ha permitido pelotazos, grandes eventos e infraestructuras de dudosa rentabilidad social; También podemos hablar -esta vez con adjetivo- de la conocida estabilidad financiera aplicada por el Gobierno del Partido Popular que asfixia los Ayuntamientos -y otras administraciones- y en la práctica significa recortes,… En definitiva la estabilidad del 135, de la Troika y el Ibex 35, no es la nuestra.
Claro que necesitamos estabilidad, la gente también la necesita en sus empleos y en sus vidas. Y para ello la estabilidad debería ir unida inseparable de la igualdad social y el respeto a los derechos elementales. Como vemos la estabilidad no es patrimonio de nadie, pero significa muchas cosas distintas dependiendo de quien la enarbole. También todos estamos a favor de la “libertad” y la “democracia”, pero que distinta es la descrita por unos y otros con los hechos. Que se lo digan al profesor Antonio Aramayona.
Ahora tenemos la oportunidad de cambiar el statu quo y conseguir un nuevo equilibrio. Y ese nuevo equilibrio es imposible sin movilización y organización. Necesitamos una sociedad movilizada e ilusionada para afrontar la tarea colectiva que tenemos por delante, también para impulsar un proceso de unidad popular capaz de derrotar al Gobierno de Rajoy. Necesitamos vencer definitivamente al miedo, debemos convertir la esperanza en algo tangible para nuestra gente.
Y no puedo pasar por alto lo vivido hoy en la Plaza del Pilar. Ha sido emocionante, lo de “nunca unas elecciones las ganó tanta gente” era algo más que un lema. Consignas, gritos, abrazos, aplausos, sonrisas… Tengo los mejores compas de grupo municipal, tenemos al mejor Alcalde y tenemos el mejor proyecto colectivo: Zaragoza en Común.
Para hacer lo de siempre… Ya están los de siempre. Nosotras y nosotros sabemos que sí se puede, y lo vamos a hacer.